Te agradezco cuando me visitas y yo sé, inequívocamente, que estás ahí.
Eres, dentro del Misterio, la inconfundible Verdad.
Eres la Ley en que todo se inscribe,
la sincronía armonizadora, suprema, amorosa,
en cuya disposición son bienvenidas las propuestas consecuentes con su alma, su sentir.
Es impagable la vida e imperdonable su derroche.