el hombre que enloqueció de Amor

Ilustración de Gaia
Art by Gaia

Se rumorea, con la vergüenza de advertir cobardía de voluntad entre los precavidos, que había de aquel quien, enfermo de sobre estimación del Amor, había incurrido en saberse hijo de Dios, y reconocerse Divino. Más aún, en tal justificación y desverguenzura, romper sin culpas las tradiciones y rutinas de quienes en amor le habían concedido lo que él sostenía ser su pasantía por la existencia.

Se declaraba Amoroso, mas era un rebelde mal criado. Se manifestaba Piadoso, pero su modo de Ser nos sabía tan mal como lo a echo siempre la buena medicina.

Confiaron en ignorarle a sabiendas que su enfermedad tenía síntomas de inocencia. Con decir que a sus artimañas les llamaba arte, a su espontaneidad le presentaba como artesanía. A su disfrute le dijo meditación y a la vida le llamaba alegría. Se decía abrazador de la Paz, pero eso nadie lo veía.

Un dolido fracasado le sabíamos, por marginarse de la competencia que tantos defendíamos. Del éxito declinó en su cobardía. De la libertad de desear siempre más, desistió. Dejo de luchar por el espacio para su vida, ahora yacería un vagabundo en su espontánea y pobre condición, como Dios lo echo al mundo, toda una vida perdida.

Lo que se rumorea es de que quienes le han visto, lo han echo motivados por el desánimo que reclama al inconformista el atrevimiento insolente de caer en el pecado de reconocer fraternidad en los otros, y Ver en tantos rostros el dolor. Levedad superada en creces por la preocupación del supuesto de atestiguar una depreciación provocada por proliferación – tipo pandemia – de la actitud  de ese aquel que no reconoce límites.

Un rumor frecuente es que en su herejía se dice todopoderoso y que nunca enferma.
Nosotros rechazamos su Sanidad y la ciencia sabe muy bien que lo que sabe ya lo sabe y que lo demás son fantasías.
Perdón por lo radical de esta certeza, pero sucede que, entre las cosas que odiamos, está la desconfianza, he ahí que, de ése al que no se le ha podido domesticar, goza de Libertad, y mientras no haga a nadie mal no se le puede acusar.

Nuestra descarriada adolescencia es la que más se deja afectar. Ya será acaso su desorientación vocacional, o a lo más un indicio de dolor del prematuro Amor juvenil, por cierto, evidenciado en sus proclamas. Ya pasará.

Le acusan de niño porque no ha olvidado jugar. De ingenuo porque cree antes de dudar. Le llamaron loco al dar sin esperar y coronaron por mofa ya que habría dicho saberse con la mayor riqueza que cualquier hombre pudiera ostentar y, por lo mismo, la podría compartir porque así siempre tendrían más.

Fantasiaba con la absurda idea de ser el guardián de un corazón dichoso de guardar en su interior las joyas más valiosas y, que aún así, no se podrían comprar ni con todo el dinero circulante.

Se jactaba de haber superado su pobreza, cuando todos sabíamos que no poseía nada y ahora que recuerdo, no se le conoce familia de donde poder heredar tanta potestad y, en contradicho, calumniaba de una gran hermandad y de Amorosos Padres. Vanagloriábase de Buen Amante cuando era sólo El con su Soledad.

De ser ciertas estas nociones, ha de Ser un pobre loco. Es de esos que ya han dejado pasar toda oportunidad de superarse en el mundo y de ser más. De esos que no tienen vuelta, porque desconocen lo serio de la vida. De esos irresponsables que pierden su tiempo ocupados en disfrutar, sin vergüenza alguna, mientras que los demás nos desvivimos preocupados por sobrevivir.

En la patudez de declararse Bienvenido, ni apresura ni ambiciona nada. En su desdicha de insensatez abunda en su rostro la risa, en su falta de cordura, se reconoce feliz. Embellece, sin objetivo alguno, las palabras y su voz canta al delirar. Le han escuchado decir que el Silencio le habla y que siempre lo hace con la Verdad.

Tales son los disparates que las versiones más inspiradas se han atrevido a contar acerca de aquel hombre que, de ser ciertos los rumores, irremediablemente enloqueció de Amor.

Publicado en }i{, 2009, POESÍA, REFLEXIONES y etiquetado .

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