Silencio Interior

Casi todas, si no que todas las disicplinas espirituales,
convergen en una práctica fundamental para el desarrollo de nuestra consciencia de Ser existencial;

en la meditación silenciosa como medio para la comprensión interior de nuestro sentido y propósito en la vida.

Pero sabremos lo difícil que resulta siempre en primera instancia adentrarse en un estado de silencio sostenido en el tiempo, para alcanzar con ello estados meditativos. Luego la práctica hace de estos estados más deseados como habituales, siendo espacios que nos procuran armonía en los más diversos niveles de nuestra experiencia, llegando en algún grado mayor a concedernos estados de plenitud cada vez más constantes.

Es difícil pues lograr este silencio interior, si entendemos las operaciones de nuestra mente.

Veremos que lo que sucede en la meditación, es potenciado por nuestro hemisferio derecho del cerebro (intuitivo, irracional, subjetivo, sincrónico, etc.), el que está muchas veces gobernado por la actividad de nuestro hemisferio izquierdo (controlador, racional, objetivo, crónico, etc.).

Nuestro hemisferio derecho es el trampolín para alcanzar un estado meditativo — puesto que tampoco es ahí donde ellos se conciben — , y el hemisferio izquierdo suele operar como represor del impulso de nuestro Intento por entrar de lleno en lo inasible, y por ello incontrolable.

Nuestro Intento es bien como un niño que desea saciar su curiosidad, quiere experimentar la vida que se le ha otorgado, por ello se le conoce como nuestro Niño Interno. Mas el represor es un gobernante que ha aprendido del miedo y sus herencias, los impedimentos del más diverso tipo para cobrar sumisa obediencia. Claro está, nuestro entorno socio-cultural ha facilitado los modeladores que procuran esto sea así, al borde de la ceguera total.

Y claro, nuestro Niño Interno no se quedará tranquilo, si bien podamos haberle puesto bajo aparente control y domesticado el cuerpo, su Intento se manifestará en desordenes de todo tipo; ansiedad, enfermedad, estrés, insatisfacción, resignación, apatía, etc., etc. El Niño haciendo sus berrinches y pataletas.

Al igual que un niño tratado por un adulto impaciente, puede que se quede sin respuestas a sus naturales y justos cuestionamientos: ¿Y para qué es esto? ¿Y cómo es esto?

Su curiosidad es el mecanismo original para conducir el despertar de su conciencia hacia nociones de verdad que le concedan siempre mayor libertad, sólo a través del ejercicio de preguntarse y responderse, luego tan sólo recordar, pues se hace natural nuestra coexistencia.

¿Y qué hacer para poder conseguir Silencio Interior?

Sugiero no reprimir el diálogo interno, aunque esto si sea lo que pretendamos conseguir
…. eh! sin pretención

Se como aquel mayor que con su amable pazciencia concede tiempo y dedicación a contestar las inquietudes de ese Niño.

Préstale atención a tu diálogo interno con amorosa responsabilidad, pues lo que se precisa es eso mismo:
… asumir la habilidad de responder asertiva y empaticamente a sus dudas… con Amor

Recuerda, serás el mayor, por lo que no te dejes llevar por sus embrollos mentales y si procura conducir el diálogo impecablemente con la actitud de acecho de un interrogador que busca dar con los cabos sueltos.

Así la búsqueda del silencio se tornará en un nutritivo diálogo para ir despejando el camino de la inquietud al conceder mayor paz a las ansias sostenidas por la ignorancia que ha promovido el tiempo, cobrado en atender más afuera que dentro la experiencia de esta realidad, lugar, este último, donde se gesta y desarrolla nuestra consciencia.

Camina por el sendero del Silencio Interior, sin competir con su primera aparente imposibilidad.
Ya sólo intentarlo sostenidamente irá liberando aquella energía que la mente le ha dedicado en cubrir sus vacíos.

Busca el Silencio como puente hacia el ordenamiento de la realidad.

Luego no será extraño escuchar las voces de nuestros ancestros que habitan en algún lugar dentro de ti, conversando de las mismas interrogantes acerca de nuestro origen, velando por trascender su sabiduría que es la nuestra.

Concédete la oportunidad de reescribir desde el blanco, la partitura de tu canto sagrado y celebra la bendita oportunidad.

Prevalezca la Paz
Somos el cambio vemos manifestarse en nuestra realidad.

Publicado en 2012, CONOCIMIENTO, MENTE, PAZ.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *