por el don de la vida

Nuestro juicio no resuelve las cosas.
Nuestro sentido crítico, dirigido a buscar responsabilidades ajenas,
nos hace obviar nuestra propia responsabilidad
de Amar ante toda circunstancia,
puesto que Amando se señalan posibles rumbos que antes no habíamos sido capaces o atrevido a reconocer para asumir.

«Perdónalos, porque no saben lo que hacen»
es un exclamación muy justa, pues de seguro que de saber, distinto sería el panorama,
sería más frecuente la impecabilidad en el actuar o la corrección.

Quien sepa, asuma su responsabilidad y comparta con amor,
puesto que de otro modo es competir y, por lo paradójico, nadie gana.

«No hagáis juicio» dijo quien para muchos es meritorio de confianza.
Y bien haremos en no hacerlo cuando en ello sólo fijamos la realidad,
determinando que las cosas sean esto o aquello
y el flujo de la naturaleza – esencialmente energética –, como una instantánea,
densifica la posibilidad, posibilitando los imposibiles.

«Perdónalos»… (per-done: por el don)
Concédeles el regalo de tu elevada intención hacia la libertad y el bienestar del Amor
Que se haga la voluntad divina ante todo,
antes que se hagan realidad los pensamientos de nuestra pequeña mente prejuiciosa,
temerosa en su ignorancia.

Que se liberen los Seres, que la Vida sea rebosante en su esplendor en cada corazón.
Por el Don (perdón) Original con que la existencia nos privilegió.

lo lógico haga eco

No conducirse sustentablemente, no concebir nuestra ecología,
es la patología de la mente enajenada por modelos de ignorancia y perdida de sentido de nuestra condición de realidad.

Tenemos recursos abundantes, es cierto,
pero limitados en el tiempo, cosa que al desconocerse genera el evidente desequilibrio en la armonía de nuestra convivencia planetaria, con implicación en nuestra cosmovivencia.

Tomarse a la ligera estas consideraciones suele ser el fruto de la mente mediocre domesticada en el sinsentido que haya conformidad en el poco amoroso criterio de «pasar la vida», desnutriendo nuestra naturaleza interna al darle fuerza a las ilusiones externas que nos hacen creer que en ellas hallaremos real satisfacción, y ahí va la humanidad encadenada al deber – moral, económico, social, cultural –, ahondando su vacío existencial, violentándose y defendiéndose desde su sinsentido con la falacia del auto engaño, para ostentar algún espacio de relativa seguridad y comodidad.

Paradójico, hasta lo irónico, es que la humanidad cuente más que nunca con diferentes medios de comunicación – celulares de la más variopinta posibilidad, computadoras, sistemas de avanzada eficacia – y aún así la comunicación es un espacio vacío si consideramos que su propósito, el de «poner las cosas en común», queda totalmente desatendido por la arbitrariedad de los arrebatos individuales desde donde grita cada individuo su profunda necesidad, evidente ante la vista de quien quiera ver, aún ciego a quienes van a favor de su ego (si ego).

Es tiempo de asumir verdad, de reconocer – volver a conocer – nuestra realidad y desde ahí asumir los pasos que nos mantengan en la justa senda de correspondencia intima con la vida.
Respondernos ¿Quienes somos? ¿Qué somos? ¿Qué es la vida?
Osar hacerlo por el profundo valor de esta respuesta que de obviada es que es radical evidencia nuestra falta de impecabilidad en asumir nuestra responsabilidad, la «habilidad de responder» a nuestra oportunidad de ser presencia, nada fortuita… en favor por el respeto a la dignidad de la Vida, que es aún una experiencia – la experiencia de las experiencias – en estado latente, guardando por ser revelada a la criatura humana que en su aprendizaje, evadido entre la pequeñez de nuestros dimes y diretes, aún distrae su decisión de voluntad que desconoce su bien mayor, el bien de orden superior, el bien de todos, la armonía de aquello que somos y que nos contiene y que osamos con llamar ecología.

concuerdo con lo cuerdo

A·cuerdo… sin corazón
(a: sin; cordis: corazón)

En la superficie… desarraigados de nuestra totalidad,
si bien, intuyendo la potencialidad del Ser.
Nuestras corazonadas versan de nuestra verdad velada por las pautas de comportamiento aprendido, alienantes, enajenadas, en cuya tendencia manifestamos la polaridad de la ilusión de separación.
Desde esta distancia echamos mano al acuerdo de nuestra realidad, – la que ha perdido de verdadero sentido común (sentir lo común) – para permitir ciertos grados de armonía, para procurarnos orden en el caos, aunque desde la superficie del plano mental y las limitaciones de su capacidad interpretativa que en su extremo nos hace vanos, arrogantes en la creencia distanciada de la verdad sentida.

Re·cuerdo… volver a pasar por el corazón
(re: volver; cordis: corazón)

En lo profundo… somos puro corazón
Corazón Puro
Desde nuestro espacio sagrado sintonizamos con verdad la realidad, en su misteriosa naturaleza,
cediéndonos en confianza al Amor, aceptando el misterio del caos que nos contiene entre sus formas, integrándonos a su flujo sempiterno.
Con·cordamos… en bendita inocencia, la Conciencia Ve y participa en mayores grados de incondicionalidad.
La humildad reconoce nuestra pequeña presencia y nuestra infinita oportunidad en el tiempo, en la existencia… nos dota de silenciosa verdad y sentido de Consciencia.

Cuerdo es el Ser de Corazón Atento, salvaje en su palpito vivo, armónico en su tiempo natural, en su mente natural ordenada por su Verdad Superior… desde el centro, del corazón del Corazón, somos la consciencia fræterna concordante.

desPedir

No pidas nada… ante todo da
Intégrate al flujo de la realidad desde donde se te proveerá lo justo,
mas antes quizás la escasez sea lo que recibas, puesto que es reflejo de lo que has dado.

Da, pues es así que participas de la Totalidad.
Pero ¿qué dar?… nada en especial.
Retira la mente y sus juicios… qué o cuánto, no es lo relevante.
El Cómo das, es la cualidad con que tu conciencia se sintoniza con la Fuente que sustenta la existencia y desde donde se promueve la precipitación de tu realidad desde su condición de abundancia.

Cosa cierta es que podrá dar con mayor poder quien desde la quietud eleva su pensamiento, más que aquel que, atendiendo la caridad afanosamente, en su mente sólo recrea la posibilidad en la que hace su presumible servicio.
«Todo es Mente» — primer principio hermético.

«Emovere»… tu emoción te conecta íntimamente con las hebras que tejen la densidad de este plano dimensional… el juego está en volverse un gran artista y cocrear el más bello telar que te sea concebible.
Tendrás que revisar lo avanzado, cortar las hilachas, remendar y zurcir tu vestimenta espiritual – la «carne» o materia o lo concreto – adiestrando la certera aguja de tu conciencia.

Atiende tu poder, disciplina tu capacidad… la Vida no deja de ser una cosa de práctica.