La abeja revolotea zumbando hasta tanto no se posa sobre la flor y liba la dulzura de la miel que hay en ella.
Pero, una vez dentro de la flor, gusta el néctar silenciosamente.
Mientras el hombre disputa sobre doctrinas y dogmas, demuestra que no ha probado el néctar de la Verdad.
Una vez que lo prueba, se torna silencioso.
Vía Alcione.cl