la pequeña alma y el sol

Extracto del texto Conversaciones con Dios del autor Neale Donald Walsh
transmutacion
[Dios relata] Había una vez un alma que sabía que ella era la luz. Era un alma nueva, y, por lo tanto, ansiosa por experimentar. «Soy la luz -decía-. Soy la luz.» Pero todo lo que supiera al respecto y todo lo que dijera al respecto no podía sustituir a la experiencia. Y en la esfera de la que surgió esta alma no había sino la luz. Todas las almas eran grandiosas, todas las almas eran magníficas, y todas las almas brillaban con el brillo imponente de Mi propia luz. Así, la pequeña alma en cuestión era como una vela en el sol. En medio de la más grandiosa luz -de la que formaba parte-, no podía verse a sí misma, ni experimentarse a si misma como Quien y Lo Que Realmente Era.

Sucedía que esta alma anhelaba una y otra vez conocerse a si misma. Y tan grande era su anhelo, que un día le dije:

-¿Sabes, Pequeña, qué deberías hacer para satisfacer este anhelo tuyo?

-¿Qué, Dios Mío? ¡Quiero hacer algo!- me dijo la pequeña alma.

Debes separarte del resto de nosotros –respondí- y luego debes surgir por ti misma en la oscuridad.

-¿Qué es la oscuridad, oh, Santo?- preguntó la pequeña alma.

-Lo que tú no eres – le respondí y el alma lo entendió.

Y eso hizo el alma, apartándose del Todo, e incluso yendo hacia otra esfera. En esta esfera el alma tenía la facultad de incorporar a su experiencia todo género de oscuridad. Y así lo hizo.

Pero en medio de toda aquella oscuridad, gritó:

-¡Padre, Padre! ¿Por qué me has abandonado?

Igual que ustedes en sus momentos más negros. Pero Yo nunca les he abandonado, sino que estoy siempre a su disposición, dispuesto a recordarles Quiénes Son Realmente; dispuesto, siempre dispuesto, a recibirlos en casa.

Así pues, sé la luz en la oscuridad, y no la maldigas.

Y no olvides Quién Eres mientras dura tu rodeo por el camino de lo que no eres. Pero alaba la creación, aunque trates de cambiarla.

Y sabe que lo que hagas en los momentos de mas dura prueba puede ser tu mayor triunfo, ya que la experiencia que creas es una afirmación de Quién Eres, y de Quién Quieres Ser.

Te he explicado esta historia -la parábola de la pequeña alma y el sol- a fin de que puedas entender mejor por qué el mundo es como es, y cómo puede cambiar en un instante en el momento en que cada uno recuerde la divina verdad de su más alta realidad.

Ahora bien, hay quienes dicen que la vida es una escuela, y que todo lo que uno observa y experimenta en su vida es para que aprenda. Ya he hablado de ello antes; pero nuevamente les digo:

No han venido a esta vida a aprender nada; sólo tienen que manifestar lo que ya saben. Al manifestarlo, lo realizaran y se crearán a ustedes mismos de nuevo, a través de su experiencia. Así pues, justifiquen la vida y dótenla de objetivo. Háganla sagrada.

Publicado en CONOCIMIENTO, REFLEXIONES.

Un comentario

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *