El Arte de Acechar: Siete principios y tres preceptos
«El primer principio del arte de acechar es que los guerreros eligen su campo de batalla. Un guerrero sólo entra en batalla cuando sabe todo lo que puede acerca del campo de lucha.
Eliminar todo lo innecesario es el segundo principio del arte de acechar. Un guerrero no complica las cosas. Busca la sencillez.
Aplica toda su concentración para decidir si entra o no en batalla, porque en cada batalla se juega la vida. Éste es el tercer principio del arte de acechar. Un guerrero debe estar dispuesto y preparado para realizar su última parada aquí y ahora. Pero no sin orden ni concierto.
Un guerrero se relaja y se suelta; no teme a nada. Se olvida de si mismo y descansa. Sólo entonces los poderes que guían a los seres humanos abren el camino al guerrero y le auxilian. Sólo entonces. Éste es el cuarto principio del arte de acechar.
No se dejan llevar por la corriente. Cuando se enfrentan a una fuerza superior con la que no pueden lidiar, los guerreros se retiran por un momento. Dejan que sus pensamientos corran libremente. Se ocupan de otras cosas. Cualquier cosa puede servir. Éste es el quinto principio del arte de acechar.
Los guerreros comprimen el tiempo; éste es el sexto principio del arte de acechar. Hasta un solo instante cuenta. En una batalla por tu vida, un segundo es una eternidad, una eternidad que puede decidir la victoria. Los guerreros persiguen el éxito; por tanto, comprimen el tiempo. Los guerreros no desperdician ni un instante.
Para aplicar el séptimo principio del arte de acechar, hay que aplicar los otros seis. Un acechador jamás deja ver su juego, jamás se pone al frente de nada, está siempre observando desde detrás de la escena.
Sólo un maestro acechador puede ser un maestro del desatino controlado. El desatino controlado no significa embaucar a la gente. Significa que los guerreros aplican los siete principios básicos del arte de acechar en cualquier cosa que hacen, desde los actos más triviales hasta las situaciones de vida o muerte.
Los guerreros no tienen al mundo para que los proteja, como lo tienen otras personas, así es que tienen que tener la regla. Sin embargo, la regla de los acechadores se aplica a cualquiera.
– El primer precepto de la regla es que todo lo que nos rodea es un misterio insondable.
– El segundo precepto de la regla es que debemos tratar de descifrar esos misterios, pero sin tener la menor esperanza de lograrlo.
– El tercer precepto es que un guerrero, consciente del insondable misterio que lo rodea y consciente de su deber de tratar de descifrarlo, toma su legítimo lugar entre los misterios y él mismo se considera uno de ellos. Por consiguiente, para un guerrero el misterio de ser no tiene fin, aunque ser signifique ser una piedra o una hormiga o uno mismo. Esa es la humildad del guerrero. Uno es igual a todo.
Aplicar los siete principios y los tres preceptos de la regla produce tres resultados
1 – Los acechadores aprenden a nunca tomarse en serio: aprenden a reírse de sí mismos. Puesto que no tienen miedo de hacer el papel de tontos, pueden hacer tonto a cualquiera.
2 – Los acechadores aprenden a tener una paciencia sin fin. Los acechadores nunca tienen prisa, nunca se irritan.
3 – Los acechadores aprenden a tener la capacidad infinita para improvisar.»
— Don Juan Matus, Sabiduría Tolteca