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noche mágicaHabitando la magia
aquel espacio en donde la intuición es guía asertivo
en donde la conciencia despierta sus colores de luz
y el universo conversa amablemente
enseñando su inequívoca bendición.

Deshabituando las torpezas
que conducen ciegamente las conciencias
desconociendo irrespetuosamente
el lugar que se nos ha conferido,
desconocido en la ignorancia.

como un niño

niñosComo un niño juego a inventar mundos
y a desarmar otros revolviendo sus piezas.
Hago castillos con los desechos que han dejado otros
y donde otros nada ven, configuro galaxias para recorrer con mi astro nave.
Me permito colorear sin respetar culposamente ninguna frontera,
y soy conocedor de árboles violeta y de elefantes que navegan dentro de botellas.

Por ser niño es que poseo algunas licencias
como las de desconocer aquellas añejas estructuras que en su arrogancia
se dicen conocedoras de todo mientras se arrastran con su ignorancia.
Lloro por ello, pero ya se me pasa,
porque no hay tiempo para lamentos cuando el asombro me rebalsa.

Como niño me lo pregunto todo y no doy nada por obviado
me reconozco humildemente en la inocencia que, no ingenua,
me enseña a redescubrir la Verdad entre lo aparente.

permiso para la locura

locuraSe perdió la locura.
Se le extravió entre los distraimientos
entre los dolores y el programa de sufrimientos.
Entre las murallas de cemento y el pavimento.
Se le perdió por miedo, entre medio de algunas chauchas
dentro de algún bolsillo perro olvidado en aquel pantalón
que nadie se pone por falta de corazón.
Se le perdió de vista cuando fue acusada de perder su valor
por aquel mercado tirano que tranza sus miedos
con el descaro de su cordura.
Se pierde la locura y nadie dice ni hace nada.
Apáticos, indiferentes, resignados…
damos la espalda, abandonando la promesa sabia de ser cuanto Somos,
la locura que nos da valor por sí mismos.
Ahora despreciada, desacreditada,
yace oculta a los ojos de quienes mendigan la razón.
Pero yace íntegra, para todo quien se de permiso para la locura.

de viaje

atardecer

El ir y venir de las olas me trajo hasta aquí.
A esta rivera del mundo
trajo mi barca para enseñarme a navegar.

Me trajo a un lugar en donde muchos se engañan.
Cuántas almas en la playa permanecen varadas
por creer que el horizonte pareciera acabar.

Fue cuando el Sol me enseñó su morada
que quise desplegar mis tullidas velas.
Inexpertas y algo ajadas, muy de a poco les logré izar.

Y así sin más me aventure en el desconocido mar,
con la fe en un Sol que no se apaga
dejé tras de mi aquella miedosa playa.

Al comienzo tube que esforzarme por remar
y hacer atrás tanta ola enmarañada.
Luego el viento hizo lo suyo adiestrando mi timón.

Recuerdo de cuando en vez el paisaje que dejé
aquellos castillos de arena que se disuelven al atardecer
y las siluetas que en la arena se enterraban sin verme volver.

Escucha «Navegando en el Viento» [sOluNo]