En su vida cotidiana, un guerrero elige un camino con corazón. Esa consistente preferencia por un camino con corazón es lo que diferencia a un guerrero de un hombre común. Un guerrero sabe que un camino tiene corazón cuando experimenta una gran paz al atravesar su largo. Las cosas que un guerrero elige para hacer sus resguardos son los elementos de un camino con corazón. Pero para ello el guerrero ha de parar su diálogo interno.
Un guerrero se da cuenta de que el mundo cambiará tan pronto como deje de hablarse a sí mismo. «El mundo es así-y-así o así-y-asá porque nos decimos a nosotros mismos que esa es su forma. Si dejamos de decirnos que el mundo es así-y-asá, el mundo deja de ser así-y-asá». Es ésta una sacudida monumental para la cual debe estar preparado comenzando despacio a deshacer el mundo. Ese es el «camino del conocimiento», camino personal, elegido «porque tiene corazón», que el guerrero recorre en todo su largo. Todos los caminos son iguales: no llevan a ninguna parte; pero unos caminos tienen corazón y otros no: allí está la diferencia.