por Carlos Castaneda
Los brujos dicen que estamos dentro de una burbuja. En una burbuja en la que somos colocados en el momento de nacer. Al principio está abierta, pero luego empieza a cerrarse hasta que nos ha cerrado en su interior. Esa burbuja es nuestra percepción. Vivimos dentro de ella toda la vida. Y lo que presenciamos en sus paredes redondas es nuestro propio reflejo. La cosa reflejada es nuestra visión del mundo. Esa visión es primero una descripción que se nos da desde el instante en que nacemos y cada día se va solidificando hasta que toda nuestra atención queda atrapada en ella y entonces la descripción se transforma en visión, en nuestro mundo tridimensional.
La diferencia básica entre un hombre común y un guerrero, es que el guerrero toma todo como un desafío, mientras que un hombre ordinario toma todo como una bendición o maldición.
La impecabilidad es hacer lo mejor que puedas en lo que fuese.
El mundo es así como es por que hablamos con nosotros mismos acerca de que es así como es.
Eres como eres por que te dices a ti mismo que eres así.
El guerrero debe, pues, ser cazador para no ser cazado. ¿Y que caza el guerrero? Sus propias debilidades, es decir, su tendencia a dejarse arrastrar por los hábitos de sus semejantes.
El hombre común busca la certeza en los ojos del espectador y llama a eso confianza en sí mismo. El guerrero busca la impecabilidad en sus propios ojos y llama a eso humildad.