Nuestro juicio no resuelve las cosas.
Nuestro sentido crítico, dirigido a buscar responsabilidades ajenas,
nos hace obviar nuestra propia responsabilidad
de Amar ante toda circunstancia,
puesto que Amando se señalan posibles rumbos que antes no habíamos sido capaces o atrevido a reconocer para asumir.
«Perdónalos, porque no saben lo que hacen»
es un exclamación muy justa, pues de seguro que de saber, distinto sería el panorama,
sería más frecuente la impecabilidad en el actuar o la corrección.
Quien sepa, asuma su responsabilidad y comparta con amor,
puesto que de otro modo es competir y, por lo paradójico, nadie gana.
«No hagáis juicio» dijo quien para muchos es meritorio de confianza.
Y bien haremos en no hacerlo cuando en ello sólo fijamos la realidad,
determinando que las cosas sean esto o aquello
y el flujo de la naturaleza – esencialmente energética –, como una instantánea,
densifica la posibilidad, posibilitando los imposibiles.
«Perdónalos»… (per-done: por el don)
Concédeles el regalo de tu elevada intención hacia la libertad y el bienestar del Amor
Que se haga la voluntad divina ante todo,
antes que se hagan realidad los pensamientos de nuestra pequeña mente prejuiciosa,
temerosa en su ignorancia.
Que se liberen los Seres, que la Vida sea rebosante en su esplendor en cada corazón.
Por el Don (perdón) Original con que la existencia nos privilegió.