Deja el ego.
Pierde la “importancia personal”
¿recuerdas cuando irradiaba sol tu espíritu?
… ahí estabas dándolo todo, con fe en ello.
Sin juicios, sin preconceptos.
Espontáneo, sin mente.
Desde ahí todo juega su infinita posibilidad.
La mala costumbre de buscar seguridad en lo falso de lo aparente,
en el maya, la ilusión de que “así es como mejor se está”.
A paso lento la evolución.
Ejercicio arduo el domar la mente cuando sostenemos tantos apegos y preocupaciones.
La magia de vivir la totalidad, conectando el corazón con este preciso instante,
con ese sutil efímero que llamamos presente.
Agradecido de la mística experiencia en el misterio, amar cada respiro, cada buenaventura,
cada amor, cada odio, temor y tristeza.
Trascender la ilusión, vernos sostenidos en las hebras del misterio.
No somos la pena, no somos el amor, no somos el odio…
somos la experiencia de ellas y más que ellas, mucho más.
Enamórate con “pasión científica” de la oportunidad de tu experiencia.
Como el niño, no se cuestiona y, si no ha germinado en él aún el temor, participa pleno.
Imagen : Mandala of Spirit, de la artísta Sushma Sabnis