«Alguna vez juzgamos tanto,
que nos sometimos a la cultura del juicio…
… a sus dominios… sus demonios…
cultivando pensamientos, palabras y obras de separación.
Alguna ves juzgamos de pobre lo sencillo y complicamos todo.
Y la vanidad se fijó en los muros de su percepción.
— En la cáscara de las cosas
no es que precisamente se gusta de su Esencia —
Por sus frutos los conoceréis
y e ahí que hay tantos amables paraísos como hostiles infiernos.
Cada quien vele por ser el buen jardinero de su propia cosecha.
Sibaritas del sabor de los saberes.
Gusta la mente de lo simple.
El Ser gusta su corazón pleno.
La Paz, del sentir humilde.
El Amor pruebe la incondicionalidad… ¡sin condiciones!
La inteligencia sea aliada de la libertad
y la claridad guarde su inocencia.
Sin condiciones… la realidad se expresa tal cual es,
despojándose las consensuadas descripciones que atan la mente a las fijezas de una historia de voluntades paralizadas y arrebatos de ansiedad.
El Amor sea en cada uno voluntad
para moverse fuera de las ilusiones de la muerte.
Que la ansiedad nos cuente lo que tanto ansía
para devolverle a nuestro pulso Paz»